El sofocante mecanicismo reduccionista
Toda mi vida me he trazado un camino de búsqueda de conocimiento, y he sido realmente dichoso por la vasta y diversa serie de experiencias que Dios me ha concedido vivir. Son ellas mi gran tesoro, ellas son lo que ha forjado mi forma consolidada, refinada, de mi mentalidad, personalidad y carácter.
Tengo ya casi 36 años vividos, y tengo la dicha de saber que puedo morir contento, satisfecho. Porque he sido feliz, y he tocado, sentido, vislumbrado la esencia de la realidad y la verdad. Toda mi búsqueda ha sido para ello, y eso es para mí el ejercer nuestra condición humana.
Somos humanos, pero entender qué es ser un humano es lo más difícil que existe en la vida, tal vez. Esto mismo es un regalo dádonos, a nosotros únicamente entre todas las formas de vida de este mundo. El regalo de una cuestionante difícil, tal vez imposible. En su relevancia y en su dificultad radica la dicha que podemos obtener de la búsqueda de su respuesta.
Puesto que la única manera, creo firmemente, para hallar esa respuesta, es vivir lo más a conciencia y cabalidad posibles. Lograr hacer eso es una proeza en sí mismo, pero brinda algo de suma valía: cumplir la convicción sincera de no haber vivido en vano.
Pues nuestra vida colectiva, la vida de la humanidad, no es una cosa sin significancia ó trascendencia, por más que aquello que el reciente salto científico tecnológico nos ha permitido observar acerca de la realidad física que nos rodea nos parezca permitir concluir a través de determinadas interpretaciones.
La conclusión persistente es que no sabemos aún qué propósito tiene nuestra existencia, y seguimos dudando si esa pregunta siquiera es válida ó lógica.
Yo, que me he familiarizado con el conocimiento biológico y astronómico que en conjunto ofrece evidencias que pueden ser usadas como prueba tanto de validez como de invalidez, he llegado a la convicción de que esa pregunta ES válida, lógica, y por ende, de suma importancia aunque no sea más que para el logro de algo igualmente importante: nuestra felicidad como seres vivos.