El vicio de las posibilidades

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Es esa hora de la tarde, esas tardes de domingo, en que se siente el tiempo suspendido en una espera, una calma etérea, con sabor a olvido y a nostalgia.

 

La nostalgia. Me parece ella la palabra perfecta que representa el motor y resultado a la vez de lo acontecido este último mes y medio. Incluso desde antes, había esta nostalgia estado preparando un escenario para su plena manifestación, un papel que aún hoy, mientras escribo estas líneas, percibo difumina sus extensiones evolucionadas hacia el futuro previsible.

 

Primero, el reencuentro con la geografía profunda de mi amado noreste, acompañado con el reencuentro con los tradicionalismos de la más ejemplar vida de trabajo de la biología naturalista de campo nuevoleonesa, en un lazo tal que fue preparando claro terreno para la afinación de perspectivas sacudidas de su adormecimiento.

 

Sí, todos trabajan de esa manera: ruderal y desapegada de las signifcaciones que de la montaña procuramos nosotros hacer eje rector. Ellos, los biólogos de siempre; nosotros, los serranistas. Más se reitera la verdad evidente nuevamente: ellos hacen, nosotros ¿avanzamos? sin concretar.

 

Pero, más allá del aspecto centrinvorista de esta reflexión, fue importante el vislumbrar a las claras el ejemplo real de la real posibilidad desidealizada de la dinámica del trabajo en proyectos como estructura funcional de una ONG ambiental. Ello, montado sobre la base consciente de una estaticidad geográfica, y es éste el  punto crucial que percibo ha sido el objeto esencial de análisis de este mes y medio.

 

Tras esta primera parte, y a lo largo de mis otras incursiones serranas y estadías exploratorias, fue paulatina pero claramente desarrollándose  una nueva percepción sobre estos amados territorios míos: la sensación de inmensidad se ha restringido radicalmente, al punto de llegar a la sensación de sofocación, de aprisionamiento.

 

Sí, la sierra sigue siendo inmensa, extensa, infinita; pero su infinitez interior no se sobrepone ya a su limitez exterior, y ésta me pesa ya, y su peso fue consolidándose a lo largo de las consideraciones que esgrimí para - tal vez subconscientemente en parte - resguardar de la ruina mi percepción ideal de ella que hasta ahora y por tanto tiempo fue y ha sido - o había sido - el fundamento principal de mis planes.

ElVicio

A la par de ello surgió inesperada una idea, con poderosa y allanante claridad y sencillez. Una solución a el obstáculo a la realización del idealismo serranista, y sobretodo a los dilemas extenuantes sobre el modo y manera de estabilizar un puerto de referencia en la vida que con determinación he estado construyendo hasta ahora.

 

Una solución, dije, pero no exenta del poder aniquilante de esa nueva percepción sobre la sierra en Nuevo León, sobre los territorios del noreste.

 

Esa percepción nació y se alimenta de la parte de mi espíritu que hace unos años comenzó a perder latencia y a desarrollarse con las oportunidades y estímulos que la expansión que he ido dando a mi camino le han proporcionado: definido en un inicio como el viajar, ahora claramente ha trascendido a una urgente o irremediable necesidad por hacer perdurar la búsqueda y afrontamiento de panoramas lejanos, vivos en incertezas y posibilidades, sustentantes de esa sed que ahora siento es el eje rector de mi andar y que cuya desatención con una decisión errónea sé puede tener el poder para ahogarme en una desesperación insoportable.

 

¿Es éste el vicio de las posibilidades, madurado en ámbitos, refinado en funciones y propósito, desprendido de su caótico advenimiento, y que ahora, evidenciando su valor, exige de mí en este momento una decisión definitoria de tanto?

 

Julio 16 de 2017

Texcoco, Estado de México